9 enero , 2014
javier

Cómo cuidar la voz

«En este artículo que hemos preparado sobre la voz queremos incidir en aspectos básicos que en la mayoría de los casos no nos damos cuenta y de cómo influyen en ella.

La salud de la voz es primordial para nosotros y nuestro entorno. Os ofrecemos los problemas que se pueden plantear, algún vídeo ilustrativo y una serie de ejercicios. Todos ellos, son un complemento del tratamiento que debe realizar el paciente con la logopeda o especilista en voz.«

Nuria García Pérez. Directora de Fonema

 

«La voz de una persona revela su personalidad y su estado anímico y físico. Es preciso cuidarla y desarrollar todo su potencial para que sus capacidades expresivas no se vean limitadas.»

INTRODUCCIÓN.

 En plena batalla, después de una tensa espera, el capitán de los soldados italianos grita: “Soldados, al ataque”. No ocurre nada, permanecen quietos en las trincheras. El capitán piensa que no le han oído entre el fragor de los disparos y los cañonazos. Grita con todas sus fuerzas: “¡Soldados, al ataque!” Nada. Incrédulo, se desgañita una vez más. Nada. En las trincheras se oye a un soldado que susurra: “Che bella voce!”.

El chiste, pacifista y genial, lo cuenta el psicoanalista Malden Dolar en su libro Una voz y nada más e ilustra lo que es la voz humana: vehículo de pensamiento, herramienta de comunicación y también un sonido, un objeto que puede admirarse estéticamente. Pero en la voz hay otra cosa, algo que matiza la idea expresada y que aporta alma al sonido. Es el componente personal y revela -y transmite a quienes escuchan- un mensaje subliminal, teñido de emociones y significados ocultos.

UNA ORQUESTA DE EMOCIONES

En la voz se superponen todos nuestros diferentes yoes. ¡Todos quieren ser oídos! El yo que queremos ser, el que queremos parecer, el que ocultamos y el que no conocemos. No es extraño que el resultado a veces rechine. Debemos reconocer que la voz tiene una extraña independencia. Vehicula aspectos de la propia personalidad y del estado emocional de los que a menudo no somos del todo conscientes. A través del tono, el timbre, el acento o el ritmo transmite seguridad o desconfianza, tristeza o alegría, miedo o amenaza. La estrecha relación entre voz y emociones explica que éstas estén a menudo en el origen de sus afecciones. El desequilibrio emocional puede revelarse en una voz que resulta disonante bien con el aspecto, bien con el mensaje que tratan de transmitir las palabras.
Una voz baja y apagada en un cuerpo robusto es tan chocante como una voz potente en un cuerpo escuálido. Lo primero es mucho más frecuente que lo segundo y da a entender que la persona no se atreve a mostrar todo su potencial. Por alguna razón tiene miedo. Puede ser algo pasajero, relacionado con una situación determinada, o algo aprendido muy pronto, en la primera infancia quizá.
Los bebés y los niños, salvo casos excepcionales, tienen un potentísimo chorro de voz que les sirve para afirmarse, salvo que un exceso represivo -en la familia o el colegio- les obligue a “no levantar la voz”. Puede que se enseñe al niño a no molestar con gritos estridentes, pero también mal aprende a no hacerse oír, a ser sumiso. La voz infantil no debiera coartarse, sino desarrollarse y enriquecerse concediendo a los niños el tiempo y el espacio para la expresión libre y desinhibida. Además, el teatro, la recitación, la lectura en alto y el canto debieran valorarse más que el silencio mortal de las aulas.

En los adultos, la voz poco clara, que se hace difícil de entender, quizá sea debida a una falta de seguridad. La persona no está convencida de lo que dice, sus pensamientos son confusos, por tanto no puede expresarse a través de una voz transparente. Pero la voz permanentemente atronadora tampoco es un buen síntoma. Se puede estar utilizando para acallar la propia sensibilidad y para imponerse sobre los demás. Una persona que es un grito constante no se permite ser tierna y comprensiva.

UN HALLAZGO HUMANO

Si algo distingue al ser humano de otros animales es la voz y, sin embargo, no cuenta con un órgano específico. Para producirla, un milagro que creó al Homo sapiens, el cuerpo debió recurrir a lo que tenía y que estaba destinado en principio a otras funciones (respiratorias, digestivas…). La fisiología muscular de la voz abarca músculos respiratorios, laríngeos, resonadores, faciales y linguales. Cuando tenemos intención de hablar -o de cantar, gritar o susurrar- los sistemas nervioso central y periférico accionan sucesivamente los músculos que participan en la fonación. La contracción de los músculos torácicos sostiene la columna de aire que se empleará en la producción de la voz con un determinado tono, intensidad y énfasis. Inmediatamente después se activan los músculos de la cara y la lengua, de manera que se produzcan, en pocas milésimas de segundo, las articulaciones adecuadas para emitir vocales y consonantes. Fracciones de segundo después se produce el sonido laríngeo que será modulado en la boca.
Las alteraciones de la voz pueden ocurrir en cualquiera de los lugares y momentos mencionados, desde el primer paso en el sistema nervioso central -lo que incluye el nivel afectivo-emocional- al intermedio en la boca y el último en la laringe.
En el primer nivel pueden producirse trastornos neurológicos como el síndrome de Tourette, una enfermedad hereditaria que cursa con sonidos involuntarios, que a veces incluyen palabras inapropiadas, o la afonía por psiconeurosis, en que las dificultades con la voz, desde la ronquera a la la imposibilidad total de articular un sonido, son debidas exclusivamente a razones psicológicas. Pero ocho de cada diez casos de afonía -pérdida de voz- o disfonía -voz ronca- se deben al uso incorrecto de la voz. Gritar más de la cuenta, hablar deprisa, sin respirar correctamente o acumular demasiada tensión muscular provocan que las cuerdas vocales sufran y que eso se traduzca en un deterioro de la voz o, incluso, en su pérdida total.

En el fotograma superior podemos ver una serie de posibles patologías y malformaciones de las cuerdas vocales.

En la fotografía superior podemos ver unas cuerdas vocales con nódulos que pueden ser tratados mediante ejercicios logopédicos.

 

VOZ Y HORMONAS 

Por razones anatómicas y fisiológicas, las mujeres son más vulnerables que los hombres a estos trastornos. Es debido a que las cuerdas vocales de la mujer vibran al doble de velocidad que las del hombre, a 220 ciclos por segundo frente a 110. La consecuencia es una voz más aguda y más vulnerable. El tono de la voz es un carácter sexual de tipo secundario y, por tanto, está relacionado con las hormonas. La laringe femenina depende mucho del estado hormonal: durante la menstruación, algunas mujeres tienen la voz cansada, más grave y con menos resistencia al sobreesfuerzo porque, al igual que el tejido uterino, las cuerdas vocales están congestionadas y edematizadas. Otra disfonía debida a causas hormonales es la que sufren los adolescentes cuando cambian la voz. Este proceso puede durar entre seis meses y año y medio.
Curiosamente está aumentando la incidencia de disfonías y afonías. Entre las causas está el elevado ruido medioambiental que obliga a elevar el volumen, la inadecuada climatización de los lugares de trabajo y, sobre todo, el empleo de una excesiva tensión muscular para emitir la voz debido al estrés.
Una ronquera ocasional puede ser debida también a un estado de ánimo irritado que a lo mejor no se quiere admitir. Puede indicar, por ejemplo, que se necesitaría dar gritos pero que éstos son reprimidos.
Las personas que emplean la voz en el trabajo y en condiciones estresantes, como profesores, abogados o locutores, son lógicamente las más afectadas por la disfonía. Al gritar o al hablar demasiado alto de forma prolongada se ejerce una excesiva tensión muscular sobre la laringe, la región de cuello y los hombros. Entonces las cuerdas vocales se congestionan, lo que dificulta la vibración normal y hace que produzcan un sonido ronco. Si se trata de un episodio puntual y no se vuelve a forzar la voz durante unas ocho o diez horas, la disfonía puede desaparecer sin más. Pero, si no se respeta la recuperación, la inflamación se puede convertir en permanente.

PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO

Otras causas menos frecuentes son las lesiones de la laringe desde el nacimiento, las alergias, los catarros y otras enfermedades. Los problemas digestivos también pueden perjudicar la voz cuando el reflujo gastroesofágico penetra en la laringe e inflama las cuerdas vocales.
La prevención y el tratamiento de las disfonías pasa por aprender a cuidar los factores que influyen sobre la voz y por mejorar la técnica vocal, es decir, por aprender a utilizar correctamente la voz. Los concursos televisivos de cantantes han puesto de moda la técnica vocal, pero los detalles no llegan al público. En líneas generales, la técnica vocal incluye una adecuada postura corporal, ya que para utilizar bien la voz es necesario estar en equilibrio y sin tensión en la columna, una buena coordinación entre la respiración abdominal y la fonación, mediante inspiraciones cortas y espiraciones lentas, así como una vocalización correcta, es decir, una articulación idónea de los sonidos que se emiten desde la laringe (las consonantes se producen con la lengua y los labios).
Si las afonías se repiten, conviene hacerse examinar por un foniatra o un otorrinolaringólogo que observe la laringe, realice un análisis acústico y una historia clínica para determinar los factores de riesgo. Cuanto antes se trate la disfonía, mejor es el pronóstico. Por eso se recomienda buscar ayuda si una ronquera no desaparece cinco o siete días después de que haya pasado la alergia o el catarro que la desencadenó. Sin embargo, suele ocurrir que se busca tratamiento cuando los daños ya son demasiado grandes. A menudo se llega al extremo de que se forman nódulos en las cuerdas vocales, de forma que éstas ya no cierran bien, y se hace necesaria una intervención quirúrgica. Sin embargo, si las causas que dieron lugar al problema permanecen, la disfonía puede aparecer de nuevo y los nódulos también. Por eso, una vez más, actuar a tiempo sobre el verdadero problema y sin olvidarse de los factores emocionales es la mejor prevención y el tratamiento más eficaz.

CUANDO LA VOZ CURA

La voz no es solo un delicado mecanismo físico vulnerable a las enfermedades. Es también una herramienta de curación. Es un bisturí que puede actuar sobre los niveles más profundos de la organización del cuerpo y la mente. Para la tradición hindú, Om es el sonido original que contiene todos los demás. Al entonarlo, resuena con el sonido del Universo y penetra en el alma.
Idealmente el timbre único de la voz personal debiera proyectarse desde la profundidad del ser, llevando la armonía a las estructuras físicas, emocionales y mentales. Según el yogui y músico Mata Mandir Singh, meditando profundamente en los sonidos primarios -poesía y mantras sagrados- se puede experimentar un profundo despertar del potencial personal. En la práctica de la meditación, la lengua presiona los meridianos del paladar alto, mientras que la acción de labios, nariz, garganta y otras zonas del cuerpo por donde pasa el aire desencadena secreciones químicas y hormonales. A través del sonido, el habla, la recitación y el canto se puede actuar sobre el nivel de la conciencia, así como sobre la salud y bienestar físico propio y de los demás. Mandir Singh relata que su maestro espiritual, Yogi Bhajan, le dijo cuando se encontraba confuso: “Todos los planetas, lunas, estrellas y sistemas solares giran en ciclos y patrones con un ritmo y armonía perfectos. Simplement,e coge uno de tus instrumentos y toca con él patrones rítmicos melódicos, así llegarás al equilibrio y la armonía”. Mandir Singh siguió el consejo y comenzó a estudiar cantos sagrados. El músico aprendió que “si cuando hablamos no somos conscientes de que estamos vibrando, podemos lanzar olas de negatividad, falta de confianza y de armonía. Esto tiende a deteriorar el estado de salud y bienestar. Por el contrario, podemos elegir conscientemente un mantra, escritura, comunicación armónica y sonidos musicales que nos eleven, sanen y equilibren”.
Don Campbell explica en El efecto Mozart que la voz y el espíritu están íntimamente relacionados. En el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, las fervorosas oraciones que hacen los judíos devotos los eleva al dominio de lo espiritual. Los musulmanes oran cinco veces al día, orientados hacia La Meca y entonando versos del sagrado Corán. Los budistas tibetanos recitan mantras mientras hacen girar ruedas de oración. Aunque parezca que solo es una manera de expresar la espiritualidad, la verdad es que las recitaciones y cánticos producen efectos a todos los niveles. A modo de ejemplo, Campbell explica la historia de los monjes melancólicos. A finales de los años sesenta, el doctor Alfred Tomatis fue llamado a investigar el malestar inexplicable que sufrían unos monjes benedictinos. Poco después del Concilio Vaticano II, los hermanos habían comenzado a sentirse inquietos, fatigados y algo deprimidos. Si bien los monjes estaban nerviosos por las reformas teológicas y las nuevas rutinas, sus síntomas físicos no tenían ninguna causa conocida. Después de llegar a la abadía y encontrarse con setenta de los noventa monjes “tumbados en sus celdas como trapos mojados”, Tomatis ofreció su diagnóstico: su estado era la consecuencia de haber eliminado varias horas de canto gregoriano de su rutina diaria. Antes, toda la comunidad se reunía ocho o nueve veces al día a cantar durante diez o veinte minutos seguidos. Tomatis le dijo al abad que volvieran a cantar tanto como antes. A los seis meses, los monjes se habían recuperado.

ESCUCHAR LA PROPIA VOZ 

Según Campbell, da casi igual si se canta gregoriano, se entonan mantras budistas o se repite el zhikr de los sufís de Oriente Medio. Tampoco importa si se entiende el significado de las palabras, ni siquiera que lo tengan. Hay algo agradable y beneficioso en la repetición de sílabas y en hacer sonidos sin sentido. Si se es tímido para experimentar con la propia voz recitando o cantando, siempre existe la posibilidad de hacerlo en la intimidad. Vale la pena detenerse un momento a considerar la propia voz, tanto al hablar como al cantar. Para ello se puede realizar el siguiente ejercicio, cuyo objetivo es escucharse en diferentes actitudes, posturas y entornos para mejorar la percepción de sí mismo:
– De pie y con los ojos cerrados, presta atención a su respiración durante un par de minutos.
– Cierra los ojos, afloja la mandíbula y mantén juntos los labios. Canturrea suavemente en cada espiración. Mueve lentamente la cabeza hacia un lado y hacia el otro, hacia delante y hacia atrás, y observa cómo cambia el sonido.
– Tiéndete cómodamente en el suelo. Dedica un momento a estirar las manos y los pies. Después explora el sonido de tu voz en esa posición horizontal. Canturrea cinco  minutos con los ojos cerrados y otros cinco con los ojos abiertos. Observa las diferencias.
– Realiza el ejercicio en varios espacios  de la casa: por ejemplo, en un dormitorio grande, en otro más pequeño y en el cuarto de baño.
Cada vez que abramos la boca debe ser para recuperar la naturalidad y espontaneidad infantiles. Si lo intentamos, podemos conseguir cosas sorprendentes con nuestro equipo vocal.

Presentamos a continuación una serie de ejercicios a realizar durante una serie de días para acomodar la voz

Curso de cinco días

APRENDER A ENTONAR
Según Don Campbell, autor de El efeccto Mozart, una de las maneras más sencillas de serenar la mente, estabilizar los ritmos corporales y mejorar la voz es entonar o canturrear. Entonar significa emitir sonidos prolongados de vocales. Si se practica durante cinco minutos cada día se  descubren los efectos positivos del sonido de la propia voz.

DÍA 1: HUMM...
Sentados en una silla o sillón, cerramos los ojos y dedicamos cinco minutos a canturrear, no una melodía, sino una nota que resulte agradable. Relajamos la mandíbula y sentimos la resonancia dentro del cuerpo. Este masaje sonoro de cinco minutos relaja y alivia el estrés.

DÍA 2: AAA…
El sonido aaa… induce una reacción de relajación inmediata: lo hacemos naturalmente cuando bostezamos. Si nos sentimos muy estresados y tensos, podemos dedicar unos minutos a relajar la mandíbula y a hacer el sonido aaa…. No es necesario cantar. Simplemente se deja fluir suavemente el sonido al espirar. Pasado un minuto más o menos, se nota que las respiraciones son mucho más largas y que se está más relajado.

DÍA 3: IIII…
Es el más estimulante de todos sonidos vocales. Despierta la mente y el cuerpo. Es útil cuando nos sentimos  amodorrados porque induce el estado de alerta y activa el organismo.

DÍA 4: OOO… 
Los sonidos Ooo… y Ommm… son los más ricos. Si se toca la cabeza, la mejilla o el pecho, se nota cómo vibran. La práctica durante cinco minutos puede cambiar la tensión muscular, las ondas cerebrales y los ritmos respiratorio y cardiaco.

DÍA 5: EXPERIMENTAR CON VOCALES 
Comenzamos en la parte más baja de la voz y vamos subiendo lentamente la altura. Hacemos sonidos de vocales que surjan sin esfuerzo, permitiendo que resuenen en todo el cuerpo. Después exploramos, pasando las palmas de las manos, como los sonidos largos masajean el cráneo, la garganta y el tórax.

Vamos a ver un vídeo demostrativo sobre ejercicios de voz.

Cómo se cuida la voz día a día

SON BENEFICIOSAS 

 Todas las técnicas de relajación, incluidos los ejercicios respiratorios y las visualizaciones. Es aconsejable estirar periódicamente los músculos de la espalda, el cuello y la cara.
Beber una cantidad abundante de agua mantiene hidratadas las mucosas y las cuerdas vocales.
Las infusiones de plantas medicinales no excitantes ni diuréticas son en general recomendables. El llantén tiene fama de ser una planta beneficiosa para la voz.


 

SON PERJUDICIALES

 Los hábitos de beber alcohol y fumar porque resecan y estropean las cuerdas vocales.

– Conviene no tomar (o hacerlo con moderación) ciertos medicamentos que deshidratan las mucosas, como los antihistamínicos o los diuréticos. Si se necesita tomarlos, conviene aumentar la ingesta de agua si el médico no lo desaconseja.

–  Gritar o hablar alto representa un esfuerzo. Hay que tener en cuenta que durante la digestión resulta más difícil sacar voz.
– También es perjudicial dormir y descansar de manera insuficiente.
– El estrés puede llevar a una forzada producción de la voz y esto puede provocar daños en el tracto vocal.

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